Autor: James Allen

James Allen nació en Leicester, Inglaterra, en 1864. James tenía 15 años cuando su padre, un hombre de negocios, fue asesinado. James dejó la escuela para trabajar a tiempo completo para ayudar a mantener a la familia. Finalmente se casó y se convirtió en secretario ejecutivo de una gran corporación. A los 38 años, se retiró del empleo y él y su esposa se mudaron a una pequeña cabaña en la costa suroeste de Inglaterra para llevar una vida sencilla de contemplación. Escribió durante 9 años produciendo más de 20 obras. Murió en 1912 a los 48 años.

James Allen fue parte del movimiento del nuevo pensamiento, y junto a William Walker Atkinson, Wallace Wattles, Orison Swett Marden, y otros, pusieron las bases de la literatura de Autoayuda y Superación, e inspiraron a todos los demás autores del siglo 20, y siguen inspirando a los del siglo 21, pues su sabiduría simplemente no pasa de moda: su mensaje es a prueba del paso del tiempo.

Los Ocho Pilares de la Prosperidad es uno de los libros más profundos y reflexivos de James Allen, más conocido por su inmortal obra “Así como el Hombre Piensa” (As a Man Thinketh). En la obra Allen nos demuestra que la prosperidad es un Templo. Las virtudes morales son la base y el soporte de este templo, pues son el alma de la grandeza. Duran para siempre, y todas las obras humanas que perduran están construidas sobre ellas. Cuatro son los pilares principales: Energía, Economía, Integridad y Sistema. Los otro cuatro son tan profundos que quienes los dominan se convierten en seres únicos y especiales: Simpatía, Sinceridad, Imparcialidad y Confianza en Uno mismo.La práctica perfecta de los primeros cuatro principios está dentro del alcance de todos aquellos dispuestos a estudiarlos , ya que son tan simples y sencillos que un niño podría captar su significado, y su perfección en la conducta no exige un grado inusual de auto sacrificio, aunque exige cierta abnegación y disciplina personal sin las cuales no puede haber éxito en este mundo de acción. Los segundos cuatro pilares, sin embargo, son principios de una naturaleza más profunda, son más difíciles de entender y practicar, y se los llama desde el más alto grado de sacrificio y desprendimiento de sí mismo.